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Monday, June 17, 2019

Mis vacaciones en la España profunda



1

El Molino de Cidacos ha sido reconvertido en un hotelito con encanto, con todo el encanto que le da un edificio del siglo XVII a las orillas del río Cidacos. No ves más que huertos y arboledas a tu alrededor. Mi marido decía que era el sitio ideal para apartarte del mundanal ruido y que no te encontraran. No le faltaba razón. Los únicos ruidos que había eran los que hacían mis hijas con sus juegos por el jardín. Le pusieron mucha vidilla a un paraje parado en el reloj del tiempo. 

También se dejaba notar la carretera con el constante o casi constante paso de vehículos, alguno de ellos a gran velocidad. Una señora mayor que estaba alojada en una habitación vecina a la nuestra se quejaba del ruido de los coches. A mí los coches no me quitaron el sueño ni de día ni de noche. Estoy acostumbrada al ruido del tráfico. En lo que sí le doy la razón a la señora era en la falta de insonorización que tenía el hotel. Escuchabas la conversación de las habitaciones vecinas sin necesidad de pegar la oreja a sus puertas. Deberían hacer una reforma que mejorara la insonorización o, mejor dicho, que la pusiera. 

En todo caso, este hotel tiene su encanto. Cuando llegas pasas de la recepción al bar que hay enfrente si llegas con un ataque de sed como el que tenían mis niñas. Beben mucha agua cuando viajamos en coche. Así la acaban y llegan siempre sedientas a los hoteles. Nada más entrar noté un olor a madera notable. Procedía de los salones del hotel. Todos los salones olían a madera. 

La madera también estaba muy presente en las habitaciones. Es un hotel rural a más no poder. Y a resaltar su carácter rural contribuye mucho el molino que conservan. Tiene su gracia, hay que reconocerlo. Mi marido se quejaba de la hierba de huerta que había en el jardín. El jardín entero era una huerta. Te sentabas en los bancos y esperabas poco menos que un campesino plantando judías en surcos que abriría con una azada. 

Os lo recomiendo. Está en el kilómetro 63,5 de la carretera que va de Arnedo a Arnedillo. Os recomiendo también hacer alguna excursión por los alrededores. Nosotros fuimos en coche hasta Enciso para ver las huellas de dinosaurios. Queda a unos 10 kilómetros del Molino de Cidacos.



2

Estuve con mi chico pasando un fin de semana romántico en el Hotel Almud en Sallent de Gállego, Huesca, uno de los hotelitos con más encanto del Pirineo aragonés. Lo construyeron en lo que en su día fueron unas caballerizas. Corría el siglo XVIII cuando los caballos ocuparon las estancias previas al hotel. Nada tiene que ver el edificio de hoy con el edificio que dio cobijo a los caballos. 

Me contó la chica de recepción que el hotel actual fue construido con materiales procedentes de demoliciones y solares abandonados. Un reciclaje de materiales de construcción del que deberían tomar nota los constructores tan dados a hacer cosas nuevas con nuevos materiales. Hay que reciclar para conservar el Planeta en buen estado. 

El reciclaje también estaba presente en la decoración interior. Veías antigüedades procedentes de la familia de los propietarios del hotel y de anticuarios de la región. Los muebles viejos de la familia no les llegaron para vestir toda la casa. Por eso tuvieron que ir a comprar esos muebles viejos caros que te venden a precio de oro los anticuarios. Yo hubiera ido a Ikea. Pero hicieron bien en ir a los anticuarios: unos muebles de Ikea mezclados con las camas viejas de la familia hubieran quedado mal. 

Nosotros nos sentimos con en la casa de nuestra abuela. Mi chico lo veía todo muy romántico. No le faltaba razón. La casa vista desde fuera parecía de cuento de niños. Casi te imaginabas una hada madrina saliendo por la ventana ofreciéndote un zapatito para ir al baile antes de las doce de la noche. La decoración combina a la perfección recuerdos y comodidades. Los herrajes de caballería, las esquilas y un espedo de asar decoran las paredes del salón. Las habitaciones me parecieron más elegantes. A nosotros nos dieron la mejor habitación: la de la buhardilla. Era preciosa. 

Os recomiendo el Hotel Almud en Sallent de Gállego, Huesca para pasar un fin de semana tranquilo en pareja. Nosotros no llevamos a las niñas. Mis hijas son más de hoteles con animación para los más pequeños de la casa. La tranquilidad las aburre. La única diversión que tienes en este hotel es ir a dar un paseo por los alrededores. Mi chico y yo fuimos andando hasta las Casas señoriales de los Docallos y los Martones. Me venían ganas de comprar una. Mi marido dijo que no se vendían y, aunque estuvieran en venta, no teníamos dinero para tanto gasto. 

No quería gastar dinero en una casa, pero sí quería ir a esquiar a la estación invernal de Formigal. Está a tres kilómetros del Hotel Almud en Sallent de Gállego, Huesca. Me negué. Esquiar nunca se me dio bien.



3

Lo mejor de nuestra caminata por la Ruta de la Boyería en León fue un gato montés que vimos en un prado desde la carretera. Era divino. Mis hija querían que se lo pilláramos para llevarlo para casa. Eso era un delito. Los animales salvajes son de todos los españoles, no sólo de mis hijas. Se lo explicamos. Tuvieron que contentarse con las fotos que le sacamos al gato. Yo creo que era un gato montés bastante doméstico porque se dejaba sacar fotos sin inmutarse. Tal vez lo hacía porque estaba acostumbrado a que los turistas andantes le sacaran instantáneas. 

Descansamos un rato mirando para el gato. Falta me hacía. Esta ruta que sale del pueblo de Maraña, en la provincia de León, transcurre por una zona de montaña pura. El macizo del Mampodre es bastante espectacular. También lo son los grandes bosques de hayedos que ves por el camino. Esta ruta arranca del Marrero, una masa forestal mixta de robles y hayedos. Espero que no los quemen. Los árboles se veían muy bonitos. Parecían de postal. Mi marido les sacó muchas fotos. Yo pasé de fotos. Bastante tenía con andar y controlar a las niñas. Iba con algo de miedo porque había fauna de alta montaña y aves salvajes. Me centré en andar e ir disfrutando de las vistas al Macizo de Mampodre. Tiene unos picos que invitan a hacer una escalada. 

Me sentí aliviada cuando la pendiente se suavizó. Lo malo era la altura. Ibas hacía abajo pero parecía que tenías más desnivel a tus pies. Sentí miedo. Agarré con más fuerza las manos de mis niñas. Si nos matábamos, mejor las tres juntas. No quiero dejar niñas huérfanas. Mi marido decía que aquello era seguro. Debía serlo. Nos adelantó una señora mayor dando zancadas de ejército. Era más valiente que servidora. 

Pronto llegamos al tramo del camino que nos llevaba de regreso a Los Llamargos a través de una solana monopolizada por los robles que creían a su aire sin saber lo que es una poda. De vuelta en la pista inicial de La Boyería, sólo nos quedaba desandar el primer tramo del recorrido en dirección a Maraña. Mi marido entró con las niñas en la Casa del Parque Valdeburón. Yo no necesitaba tanta información. Se encargó él de leer los folletos que le dieron de esta ruta y de otras rutas. Os recomiendo la Ruta de la Boyería en León PRC-LE48. Podrás ver algún gato montés bonito. Nosotros vimos uno.

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