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Sunday, January 19, 2020

Mis vacaciones a lo Audrey Hepburn



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Audrey Hepburn es una de mis actrices favoritas. Por eso quise ir a ver Ultzama y Orgi en Navarra, el lugar donde esta famosa actriz rodó "Robin y Marian", película en la que el protagonista masculino fue Sean Connery. El rodaje fue en el bosque Orgi, un robledal enorme, de unas 80 hectáreas.

Recorrí el robledal un poquito. Andarlo todo era imposible. Pero nos dimos unos paseos por los senderos señalizados para que no se pierda la gente. Fue muy romántico. Apenas nos cruzamos con algunos paseantes.

Los robledales de Ultzama, Basaburua y Artikutza están al norte de Navarra. Yo los conocí hace años cuando fui con unas amigas a buscar setas. También fui con mi marido el otoño pasado a buscar setas. No las comemos. Las recogemos para vender. Hay que hacer dinerito para poder vivir bien. La recogida de setas está controlada, pero, puedes pillar algunas y ganar pasta. Sólo tienes que pagar siete euros por el permiso que hace falta para recolectar.

Puedes llevar tu coche. Nosotros lo dejamos aparcado en el parking del parque. Puedes ir a recoger setas aunque no sepas nada de setas. Hay un experto micólogo que te mira las setas y te dice si son comestibles o no.

Os recomiendo ir a Ultzama y Orgi en Navarra, sobre todo en época de setas. Recoger setas y ver que aciertas cogiendo las que son comestibles es toda una experiencia. A este parque se accede desde Lizaso, a unos 25 kilómetros de Pamplona. También desde ese pueblo se entra en el bosque de Orgi. Lo que no hicimos fue alojarnos en las ecocabañas que pusieron sobre los árboles de Basoa Suites. Tal vez lo hagamos en otra ocasión. El pasado otoño estaban todas ocupadas. El Parque Micológico de Ultzama, constituido en el año 2007, tiene bastante éxito entre los amantes de la Naturaleza. Muchos de nuestros amigos lo conocen. De hecho, nosotros fuimos por recomendación de un socio de mi esposo.



2

Los castillos cuesta mantenerlos, sobre todo si son tan grandes y tienen tanta piedra a cuidar como el Castillo de Peñafiel. Por eso está bien que las Autoridades intenten sacar dinerito para su mantenimiento. En el Castillo de Peñafiel instalaron el Museo Provincial del vino. Los visitantes podemos conocer todos los pormenores sobre la elaboración del vino recorriendo las distintas estancias del castillo, un edificio que data del lejano siglo IX. ¿Tan bonito y tan lejana su construcción? Pues sí. El castillo pasó sus guerras con los destrozos que supusieron en sus paredes, como nos contaron, pero, ahí lo tenemos, tras hacerle una construcción más decente en el siglo XV.

El museo no sólo te habla del vino. Tiene salas que parecen más un museo de Historia porque le dan rienda suelta en las exposiciones al pasado histórico, utilizando la cultura del vino de la provincia de Valladolid como hilo explicativo. Todo está relacionado. El vino es una excusa para hablarte de la Historia de la provincia de Valladolid. Me parece una buena idea. Si lo rotularan como Museo de la Historia de la Provincia, pocos turistas lo recorrerían con tantas ganas.

Mi marido salió algo defraudado. Esperaba encontrar un museo más del vino, con menos historia. Yo, en cambio, disfruté mucho mirando algunas barricas. Es increíble que el vino se conserve tan bien en la madera. Hasta te contaban cómo se hace un tonel de aquellos grandotes.

Desde el castillo hay unas vistas preciosas de los alrededores. Nosotros tuvimos la mala suerte de visitarlo un día que había bastante niebla. Pero, aún así, las vistas eran maravillosas. Parecía que tenías el mar a tus pies. La niebla hacía un efecto mar muy chulo. Por eso muchos de los visitantes sacaban fotos fuera del castillo. Mi chico fue uno de los fotógrafos del exterior. El interior no le gustó demasiado porque, como os dije, el museo tiene salas en las que pasa del vino y se centra en la Historia local.



3

Cuando mi marido me dijo que íbamos a hacer enoturismo pensé que me iba a aburrir porque el mundo de vino y mi persona poco tenemos que ver. Soy más de sidras que de vinos. Incluso prefiero un botellín de cerveza sin alcohol antes que un buen caldo, por muy de reserva que sea. Pero tengo que reconocer que lo pasamos tan bien en el AF Hotel Pesquera que me gustaría volver a repetir la experiencia.

Este hotel está a los pies del Castillo de Peñafiel, en la provincia de Valladolid. Desde este hotel nos organizamos una excursión por las bodegas de Tinto Pesquera y Condado de Haza, unos vinos considerados los mejores tintos del mundo mundial. Son vinos de la denominación de origen Ribera del Duero. El guía que nos acompañaba nos explicaba muy bien la elaboración del vino, su conservación, el proceso que sigue antes del embotellado. Mi marido estaba más interesado en sus explicaciones que yo. Servidora estaba más interesada en los servicios que presta el AF Hotel Pesquera a sus huéspedes en lo referente a comodidades para pasar unos días en el campo vallisoletano.

Sólo tiene 36 habitaciones, todas lujosas y alejadas del estilo rural que esperas encontrar cuando tu marido te dice que vas a pasar unos días en el campo castellano. Ya por fuera el hotel parece un palacio. Tiene una fachada de piedra regia, ventanas nuevas con estilo viejo y un tejado con una balaustrada que le da un aire acastillado. Me gustó la fachada. Pero, como os decía, más me gustó su interior.

A nosotros nos dieron una habitación amplia, decorada con colores blancos cálidos, suficientes almohadas y cojines en la gran cama de matrimonio ligeramente doselada, aunque sin llegar a esos doseles que me dan claustrofobia. Era una habitación muy chic, muy elegante. En escritorio, largo, con una silla tapizada en el mismo color blanco aperlado invitaba a trabajar con el ordenador aprovechando la conexión wi fi gratuita del hotel. El cuarto de baño estaba acristalado y los sanitarios parecían recién instalados.

Os recomiendo el AF Hotel Pesquera tanto a los amantes del vino como a los que nos es el vino algo indiferente. Este hotel tiene unas comodidades que hay que disfrutar. Yo pasé muchas horas en su spa. Quedé plenamente relajada. Mi marido no quedó tan relajado cuando vio la factura de mis sesiones de hidroterapia con efectos terapéuticos en el spa. Los hombres no saben que una mujer necesita invertir en su bienestar corporal y mental para sentirse realizada. Me dieron unos masajes epidérmicos que me dejaron nueva. Los bancos calientes me quitaron todos los nervios que tenía acumulados. ¿Y qué decir de las duchas de lluvia? Mi piel quedó perfectamente limpia y tonificada con aquella lluvia que salía de la ducha.



4

San Galo en Suiza es una ciudad que no te deja indiferente. Yo la descubrí cuando fui a ver a una prima mía que estudia en la universidad. San Galo es una ciudad universitaria. Está a una hora en tren de Zurich.

Paseé sus calles con mi prima y me enamoré de su centro histórico, de sus edificios de los siglos XVI y XVII, casi todos con llamativos balcones. Tiene un monasterio rococó. Nosotras pasamos del monasterio y nos fuimos hasta el lago Constanza, el tercero más grande de Europa. Este lago es la frontera natural entre Alemania y Austria. Fuimos en bicicleta.

En San Galo no te ponen ningún problema a la hora de meter la bicicleta en el tren. Mi prima y yo metimos las bicicletas en el tren que va de San Galo hasta Romanshorn, un trayecto de unos veinte minutos. Ma´s tiempo nos llevó hacer la ruta de 23 kilómetros que transcurre por las riberas occidentales del lago hasta Kreuzlingen. Es una ruta que te lleva hasta la península donde se asienta la ciudad alemana de Constanza. Por allí pasa el famoso Rin.

Os recomiendo visitar San Galo en Suiza. Puedes aprovechar para acercarte a Constanza, otra ciudad con un centro histórico bonito. El barrio de Niederburg fue donde vivió mi prima antes de trasladarse a San Galo. Yo pienso volver por la zona con mi chico y con las niñas. Me dijeron que la isla Mainau es preciosa, una isla conectada por un puente. Seguro que a mis hijas les gusta ver su castillo y su jardín botánico. La mayor es una fan de las construcciones fortificadas.

San Galo es una ciudad muy limpia. Yo aproveché para comprar dulces. San Galo tiene unas pastelerías con unos pasteles que te hacen la boca agua con sólo mirarlos. También hay pequeñas tiendas de bordados. Parece que los suizos y suizas hacen mucha labor de punto para amenizar sus tardes de invierno. Lo que me llamó la atención fue el buen tiempo que hacía en San Galo. Yo pensaba que iba a nevar, pero nada de nada. Hacía un sol brillante que invitaba a pasear.

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