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Croacia es un país interesante. Nosotros recorrimos en coche los 242 kilómetros que tiene de costa. La península de Istria es uno de los rincones con más encanto de la vieja Europa. Nos metimos por carreteras secundarias y fuimos descubriendo preciosos pueblos medievales. Muchos de estos pequeños pueblos conservan sus murallas. No sólo hacían murallas rodeando las ciudades en España. En Europa no se quedaban atrás con las fortificaciones. La gente de la Edad Media se sentía muy segura entre piedras.
Istria en Croacia es conocida como la Toscana croata. Una denominación bien merecida. Sus colinas salpicadas de olivares y viñedos no tienen nada que envidiar a las de la Toscana. En nuestro recorrido mi marido se paró muchas veces a sacar fotos. Creo que no quedó un castillo que no fotografiara. Nos sacamos fotografías delante de alguno porque mis niñas querían quedar como princesitas delante de su casa. Sueñan mucho. También entramos en alguna iglesia. Hay iglesias en pueblecitos decoradas con frescos que merecían estar en un museo. Seguro que estarían en un mueso si los pudieran trasladar.
Bajamos del coche para andar un poco por algún pueblo. Quedé con los pies destrozados. Son pueblos empedrados por todas partes, al estilo veneciano. A mi chico le encantó Hum, un pueblo de sólo 17 habitantes. fue imposible meter el coche por allí. El pueblo tiene sólo dos calles por las que no caben los coches. Hem es la ciudad más pequeña del mundo. Nos lo dijo un señor mayor. Se veía muy orgulloso de vivir en Hem.
Más me gustó Motovum. El esbelto campanille, su palacio y las vistas del Adriático son preciosas. De allí nos fuimos hasta Groznjan, un pueblo muy bohemio por todas partes. Los palacios renacentistas y barrocos te hacían soñar.
Os recomiendo visitar Istria y todos sus pueblos. Nosotros dejamos alguno sin ver. Será en otro viaje. Nuestra excursión terminó en los molinos de Kotli, después de ver los cascos históricos de Buje, Cuzet, Pazin y alguna cascada antes de los molinos. Los ríos son muy caudalosos por allí.
Istria en Croacia es conocida como la Toscana croata. Una denominación bien merecida. Sus colinas salpicadas de olivares y viñedos no tienen nada que envidiar a las de la Toscana. En nuestro recorrido mi marido se paró muchas veces a sacar fotos. Creo que no quedó un castillo que no fotografiara. Nos sacamos fotografías delante de alguno porque mis niñas querían quedar como princesitas delante de su casa. Sueñan mucho. También entramos en alguna iglesia. Hay iglesias en pueblecitos decoradas con frescos que merecían estar en un museo. Seguro que estarían en un mueso si los pudieran trasladar.
Bajamos del coche para andar un poco por algún pueblo. Quedé con los pies destrozados. Son pueblos empedrados por todas partes, al estilo veneciano. A mi chico le encantó Hum, un pueblo de sólo 17 habitantes. fue imposible meter el coche por allí. El pueblo tiene sólo dos calles por las que no caben los coches. Hem es la ciudad más pequeña del mundo. Nos lo dijo un señor mayor. Se veía muy orgulloso de vivir en Hem.
Más me gustó Motovum. El esbelto campanille, su palacio y las vistas del Adriático son preciosas. De allí nos fuimos hasta Groznjan, un pueblo muy bohemio por todas partes. Los palacios renacentistas y barrocos te hacían soñar.
Os recomiendo visitar Istria y todos sus pueblos. Nosotros dejamos alguno sin ver. Será en otro viaje. Nuestra excursión terminó en los molinos de Kotli, después de ver los cascos históricos de Buje, Cuzet, Pazin y alguna cascada antes de los molinos. Los ríos son muy caudalosos por allí.
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El Hotel Las Fuentes en Alcocéber en Castellón es el hotel de sol y y playa que necesitas para unas vacaciones familiares. Tienen habitaciones en las que te cabe toda la familia. No faltan camas. En nuestra habitación había tres. Creo que si hubiéramos pedido otra cama auxiliar, la hubieran metido. Todo les cabía.
La habitación era muy de playa: amplia, luminosa, con las paredes pintadas de color blanco hospital y las colchas de la cama en blanco nieve y azul cielo. Me gustó el cubrecamas que tenía a los pies de color cielo. Le daba un toque a la cama muy alegre.
El cuarto de baño era un cuarto de baño de piso. Nada de lujos. Las cuatro estrellas de este hotel sólo dan para cuartos de baño de azulejos blancos baratos, piletas sin diseño y una bañera que se veía algo usada. Se notaba que pasan miles de turistas por los cuartos de baño del hotel.
Aún así, hay que reconocer que el hotel está reformado. Si no le hubieran hecho alguna reforma, estaría para declarar en ruinas. Allí hay mucho trajín de gente de todas las nacionalidades. Hay mucho turista de los que vienen a España para divertirse haciendo trastadas. Yo no dejé que mis hijas fueran a las piscinas del hotel porque me daba miedo ver como se zambullían los alemanes y los ingleses.
Os recomiendo el hotel. Es un cuatro estrellas al que casi le sobra una estrella. Lo mejor del hotel es el parque infantil. Me vino de cine para tener contentas a mis hijas. Se divierten mucho en los columpios. Yo también me divertí. Pude ir andando a la playa. Te queda allí mismo.
La comida del restaurante es mejorable, sobre todo los postres. Nos pusieron una tarta congelada que fue de lo peorcito que entró en mi boca. Hasta las niñas la dejaron. Deberían dejar tanta variedad de plato y centrarse en la calidad. Es mejor servir poco y servir cosas mejores. Mi marido quería ir a una cena temática que organizan una vez a la semana. Le dije que ni hablar. Preferí cenar fuera. En Alcocéber hay buenos restaurantes. Y, si buscas, encuentras precios razonables.
La habitación era muy de playa: amplia, luminosa, con las paredes pintadas de color blanco hospital y las colchas de la cama en blanco nieve y azul cielo. Me gustó el cubrecamas que tenía a los pies de color cielo. Le daba un toque a la cama muy alegre.
El cuarto de baño era un cuarto de baño de piso. Nada de lujos. Las cuatro estrellas de este hotel sólo dan para cuartos de baño de azulejos blancos baratos, piletas sin diseño y una bañera que se veía algo usada. Se notaba que pasan miles de turistas por los cuartos de baño del hotel.
Aún así, hay que reconocer que el hotel está reformado. Si no le hubieran hecho alguna reforma, estaría para declarar en ruinas. Allí hay mucho trajín de gente de todas las nacionalidades. Hay mucho turista de los que vienen a España para divertirse haciendo trastadas. Yo no dejé que mis hijas fueran a las piscinas del hotel porque me daba miedo ver como se zambullían los alemanes y los ingleses.
Os recomiendo el hotel. Es un cuatro estrellas al que casi le sobra una estrella. Lo mejor del hotel es el parque infantil. Me vino de cine para tener contentas a mis hijas. Se divierten mucho en los columpios. Yo también me divertí. Pude ir andando a la playa. Te queda allí mismo.
La comida del restaurante es mejorable, sobre todo los postres. Nos pusieron una tarta congelada que fue de lo peorcito que entró en mi boca. Hasta las niñas la dejaron. Deberían dejar tanta variedad de plato y centrarse en la calidad. Es mejor servir poco y servir cosas mejores. Mi marido quería ir a una cena temática que organizan una vez a la semana. Le dije que ni hablar. Preferí cenar fuera. En Alcocéber hay buenos restaurantes. Y, si buscas, encuentras precios razonables.
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Mi chico vivió en Castellón de pequeño. Siempre me decía que en Castellón había islas. me lo tomaba un poco a broma porque una siempre piensa que no hay más España insular que la que estudió en el colegio. Mentira total. En nuestro país hay pequeñas islas que no tienen protagonismo en las clases de Geografía. Es el caso de las Islas Columbretes en Castellón.
Nosotros fuimos en verano. Hacía un calor que te derretías. Apenas había gente por allí. Este pequeño archipiélago de origen volcánico está deshabitado. Por allí la gente sólo va a bucear y a pescar. Ya lo hacían hace siglos. En las Islas Columbretes en Castellón se escondieron los piratas durante el siglo XIX. Al final los piratas se fueron y quedaron por allí los pescadores de toda la vida. Hoy ni eso. Las islas forman el Parque Natural y la Reserva Natural Marina de Columbretes.
A las islas no puedes ir alegremente. Controlan mucho las visitas porque en los fondos del mar hay un alto valor ecológico. Tienen la gorgonia roja, un tipo de coral que es una especie única en todo el Mediterráneo. También son únicas las gaviotas de Andouin y el halcón de Eleonora, feo como él solo. Había muchas aves. Ni que decir que me ponían de los nervios. Estuve a punto de apuntarme a la sesión de buceo de mi marido y sus amigos. Al final quedé fuera del agua. Intenté tranquilizarme hablando con las esposas de los amigos de mi chico que no bajaron a mirar el fondo del mar.
Las mujeres florero hicimos una visita guiada con los guardas por la Isla Grossa. Hay más islas: la Ferrera, la Forada, la Carallot y unos pequeños islotes que no tienen nombres, según nos contó el guía de la reserva. Deberían bautizarlas. En todo caso, no importa. Por allí la gente va a practicar deporte. Había un grupo que se lanzó a hacer snorkel. Querían descubrir todas las especies que habitaban las aguas. Yo me limité a hablar, pasear algo y contemplar las vistas. Ves la Sierra del Espadán y el desierto de las Palmas. Procura ir un día claro. Es cuando ves todos los alrededores lejanos mejor.
Os recomiendo visitar las Islas Columbretes en Castellón. Son poco conocidas y restringen mucho las visitas. Pero, si quieres ir, vas. Es cuestión pasarte por Barracuda Buceo y apuntarte a una excursión de un día desde el puerto de Las Fuentes en Alcocébre. Fue lo que hicimos nosotros.
Nosotros fuimos en verano. Hacía un calor que te derretías. Apenas había gente por allí. Este pequeño archipiélago de origen volcánico está deshabitado. Por allí la gente sólo va a bucear y a pescar. Ya lo hacían hace siglos. En las Islas Columbretes en Castellón se escondieron los piratas durante el siglo XIX. Al final los piratas se fueron y quedaron por allí los pescadores de toda la vida. Hoy ni eso. Las islas forman el Parque Natural y la Reserva Natural Marina de Columbretes.
A las islas no puedes ir alegremente. Controlan mucho las visitas porque en los fondos del mar hay un alto valor ecológico. Tienen la gorgonia roja, un tipo de coral que es una especie única en todo el Mediterráneo. También son únicas las gaviotas de Andouin y el halcón de Eleonora, feo como él solo. Había muchas aves. Ni que decir que me ponían de los nervios. Estuve a punto de apuntarme a la sesión de buceo de mi marido y sus amigos. Al final quedé fuera del agua. Intenté tranquilizarme hablando con las esposas de los amigos de mi chico que no bajaron a mirar el fondo del mar.
Las mujeres florero hicimos una visita guiada con los guardas por la Isla Grossa. Hay más islas: la Ferrera, la Forada, la Carallot y unos pequeños islotes que no tienen nombres, según nos contó el guía de la reserva. Deberían bautizarlas. En todo caso, no importa. Por allí la gente va a practicar deporte. Había un grupo que se lanzó a hacer snorkel. Querían descubrir todas las especies que habitaban las aguas. Yo me limité a hablar, pasear algo y contemplar las vistas. Ves la Sierra del Espadán y el desierto de las Palmas. Procura ir un día claro. Es cuando ves todos los alrededores lejanos mejor.
Os recomiendo visitar las Islas Columbretes en Castellón. Son poco conocidas y restringen mucho las visitas. Pero, si quieres ir, vas. Es cuestión pasarte por Barracuda Buceo y apuntarte a una excursión de un día desde el puerto de Las Fuentes en Alcocébre. Fue lo que hicimos nosotros.
4
Rosas y más rosas hay en Chédigny, un pueblo famoso en Francia por los rosales que lo invaden. Ves rosales cubriendo las fachadas de las casas, rosas en los jardines, rosas en las cunetas de las carreteras. El pueblo de las rosas te hace aburrir las rosas, aunque te gusten, como es mi caso. Los excesos siempre llevan al aburrimiento.
Mi marido organizó una excursión familiar por este pueblo en un viaje que hicimos al país vecino. Quería que conociéramos un pueblo singular. Él lo había conocido en un viaje de negocios en el que no contó con mi compañía. Pensó que me encantaría. No fue el caso. Ni a mí ni a las niñas nos gustó Chédigny en Francia. Todavía recuerdo las nauseas que me causó el olor a rosas que había por todas partes.
El pueblo es pequeño. Tendrá unos 500 habitantes. Viven en familia. Cerca están los famosos castillos del Loira. Nosotros tuvimos que descansar en el hotel antes de seguir con nuestras vacaciones por Francia. No podía más. En total tienen por allí más de un millar de rosales. También hay plantas aromáticas como la madreselva o la lavanda. Son plantas que se hacen hueco entre tantas rosas, cubriendo las fachadas y los tejados de las casas del pueblo. No hay terraza donde el protagonista no sea un rosal. Las calles parecen sendas de jardín con tanta rosa.
Mi marido nos apuntó a mí y a las niñas a un paseo floral guiado por un botánico. Nos contó los secretos de todas las rosas que había. Trescientas variedades de rosas distintas, nos dijo el guía que tenían en Chédigny. Acabó nuestro paseo guiado en el jardín del Presbiterio.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar Chédigny en Francia. Lo mejor de nuestra visita a este pueblo francés fue ver la plaza del boticario con sus hierbas medicinales y el huerto. Estoy bastante interesada en las hierbas medicinales. Te resuelven bastante bien los problemas de salud. Hay que volver a los remedios de las abuelas. Es lo que dice mi madre. Y no le falta razón.
A donde no creo que vuelva es a Chédigny en Francia. con una visita tuve suficiente. El exceso de rosas no es para mí.
Mi marido organizó una excursión familiar por este pueblo en un viaje que hicimos al país vecino. Quería que conociéramos un pueblo singular. Él lo había conocido en un viaje de negocios en el que no contó con mi compañía. Pensó que me encantaría. No fue el caso. Ni a mí ni a las niñas nos gustó Chédigny en Francia. Todavía recuerdo las nauseas que me causó el olor a rosas que había por todas partes.
El pueblo es pequeño. Tendrá unos 500 habitantes. Viven en familia. Cerca están los famosos castillos del Loira. Nosotros tuvimos que descansar en el hotel antes de seguir con nuestras vacaciones por Francia. No podía más. En total tienen por allí más de un millar de rosales. También hay plantas aromáticas como la madreselva o la lavanda. Son plantas que se hacen hueco entre tantas rosas, cubriendo las fachadas y los tejados de las casas del pueblo. No hay terraza donde el protagonista no sea un rosal. Las calles parecen sendas de jardín con tanta rosa.
Mi marido nos apuntó a mí y a las niñas a un paseo floral guiado por un botánico. Nos contó los secretos de todas las rosas que había. Trescientas variedades de rosas distintas, nos dijo el guía que tenían en Chédigny. Acabó nuestro paseo guiado en el jardín del Presbiterio.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar Chédigny en Francia. Lo mejor de nuestra visita a este pueblo francés fue ver la plaza del boticario con sus hierbas medicinales y el huerto. Estoy bastante interesada en las hierbas medicinales. Te resuelven bastante bien los problemas de salud. Hay que volver a los remedios de las abuelas. Es lo que dice mi madre. Y no le falta razón.
A donde no creo que vuelva es a Chédigny en Francia. con una visita tuve suficiente. El exceso de rosas no es para mí.
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