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Monday, November 13, 2006

El pisito de Carlos

Tren Palma-Sóller

Carlos ha alquilado un piso en Sóller. En Palma los alquileres están por las nubes y él es muy tacaño. Viene en ferrocarril a verme pero hoy fui yo la que me desplacé para darle una sorpresa. Disfruté durante el trayecto de las magníficas vistas de la Serra de Tramuntana una vez que me acostumbré al antiguo tren.

-¿Es seguro el ferrocarril?
-Completamente -me dijo el maquinista-. Es un tren de madera construido el año pasado. Desde 1912 realizamos la línea Palma-Sóller y nunca descarrilamos.

Hoy tampoco lo hicimos. Llegue a la urbanización de Carlos sana y salva. Por las escaleras note un olor a comida. No podía decir que estaban cocinando pero lo que fuera me provocó unas nauseas insoportables.

Entré tambaleándome en la casa de mi chico.

-Amor... ¿qué cocinas?

Carlos sale de la cocina vestido de cocinero.

-Ah... eres tú.

No se alegra de verme. En la cocina estaba el motivo de mis nauseas y del agobio de Carlos: su madre.

Margot no me saluda. Llama por su hijo como por el perro chucho y continua cocinando. Carlos obedece. Friega los platos sucios como un pinche de cocina. A mi parece que no me necesitan pero decido participar. En aquella casa había lavavajillas. Aparte a mi chico y empecé a meter los platos en el electrodoméstico que tenía que hacer la tarea.

-¿Qué estás haciendo, niña?
-Ayudando en las tareas domésticas.
-Estas modelos no saben hacer nada -masculló-. Mi hijo friega los platos.
-Ni hablar. Los va a fregar el lavavajillas.
-Por favor, hijo. Lleva a esta chica a tomar una horachata por ahí.
-Vamos, Sophia.
-¿Qué demonios estáis cocinando? Huele fatal.
-Setas con huevos estrellados.
-¿Setas?

Arrastro a mi chico fuera de la cocina. Aquella mujer será su madre pero quiere matarlo. No me lo deja vivo y yo quiero casarme con Carlos. En este país han ampliado el matrimonio pero aún no permiten contraer nupcias civiles con un muerto por muy enamorada que hayas estado del vivo.

Carlos insiste en tomar una ducha. Yo quedo en la puerta haciendo guardia dispuesta a defenderlo de la envenenadora que trajina en la cocina.

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