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Wednesday, May 06, 2015

Mis viajes con mi familia feliz

1

Le Café des Chats, París, es un restaurante que llama la atención por la gran cantidad de gatos que tiene. Con esto no quiero decir que me guste. Estuve en este restaurante una vez con una amiga y no pienso volver. Los camareros me dijeron que los gatos estaban desparasitados, pero a mí me daba asquito tanto gato merodeando las mesas. 

Está en el número 16 de la rue Michel Le Comte, en el tercer distrito. Está cerca de la île de la Cité, donde se encuentra la catedral de Nôtre Dame. 

Es un restaurante más pensado para los gatos que cobija que para los clientes. Te dicen que no debes darles de comer, ni sacarles fotos con flash y mucho menos llamarlos para que se te acerquen. Nada de eso hice. 

Lo de darles comida no os lo aconsejo dados los precios de este restaurante. Me clavaron 45 euros por un croque monsieur "à l'ancienne", que es un sandwich mixto, acompañado por una ensalada, una agua y un té verde. Me consolé pensando que la ensalada era como para toda la familia y el sandwich llegaba para dos personas. 

No os recomiendo ni os dejo de recomendar este restaurante donde los gatos son los reyes. Si te gustan los gatos, es tu restaurante. Los gatos están acostumbrados a moverse entre la clientela de este restaurante de fachada sencilla y decoración minimalista. No molestan. Lo único que te puede molestar es el asco que nos dan a las personas que no estamos acostumbrada a comer rodeadas por animales salvados del abandono en la calle por los dueños de un restaurante peculiar.

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2

El Casco Antiguo de Cáceres, Cáceres, es un casco histórico lleno de encanto que vale la pena visitar en familia y sin ser en familia también. Lo tienen muy bien cuidado. No me extraña que lo hayan proclamado patrimonio de la Humanidad. 

Cáceres es una ciudad que tiene pinturas rupestres del Paleolítico, cerámica estupenda del Neolítico, losas con motivos guerreros de la Edad del Hierro, verracos vetones, restos de la romana Norba Caesarina, la muralla y los aljibes, las casas fuertes medievales y palacios renacentistas en los que te vienen ganas de irte a vivir con sólo verlos, la Concatedral,… Es una ciudad con mucha cultura. 

Nosotros en nuestro paseo por Cáceres dejamos el coche en un parking que hay en la afueras del casco histórico, cerca de la plaza Mayor, e iniciamos la caminata con las niñas. 

En la Plaza Mayor admiramos los edificios administrativos, entiéndase el Ayuntamiento, hoteles con encanto, edificios de viviendas de vecinos de diferentes épocas que conservan sus soportales riginarios del siglo XVI y edificios religiosos , como la recoleta ermita de la Paz. Mi marido le sacó fotos a las niñas delante del tramo visible de la muralla donde se asienta la torre de Bujaco, a la que pudimos acceder a través del arco barroco de la Estrella. 

En el el Arco de la Estrella, había una placa conmemorativa que indica que allí mismo los Reyes Católicos, primero Isabel en 1477 y después Fernando en 1479, juraron los Fueros y privilegios. Mi marido se lo explico a las niñas y casi las duerme. Las dos salieron a mí. Les gusta el turismo de compras, no el de monumentos. 

Encima cuando llegamos a la plaza de Santa María casi morimos las tres al ver tantas cigüeñas. Mi marido se partía de risa. A mí no me hacía ninguna gracia tanto bicho volador. Acabe dentro de la oficina de Información Turística no por preguntar sino por esconderme de tanto pajarraco. La chica de información me contaba las maravillas de Cáceres y yo no me podía sacar de la cabeza los bichos raro que volaban por allí encima. 

Mi marido consiguió convencerme para que fuéramos al Palacio de Carvajal que está allí mismo. Fue donde acabó nuestra visita. Miramos una maqueta antigua de la ciudad y nos fuimos.

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3

El Madreat Street Food Market, Madrid, es un mercado gastronómico que está en su VI Edición y nos permite comer en la calle la comida que ofrecen veinte puestos distintos. Es lo que llaman food trucks, es decir, camiones de comida callejera. 

A mí me encantan. Me parecen muy práctico para comer algo rápido a un precio razonable. Es una pena que sólo esté el mes de abril. Deberían estar siempre estos camiones de comida callejera. 

Este año lo han instalado en los jardines del Complejo de Azca, cerca del paseo de la Castellana. Han abierto viernes, sábado y domingo. 

Yo conozco estos camiones de EEUU. Allí están en auge. Aquí, en cambio, los ponen más como reclamo turístico que como otra cosa. 

Llevé a las niñas para que vieran cómo se podía comer una buena comida en la calle. Creo que no lo entendieron mucho. Para ellas tanto camión colorido era como una verbena en pleno centro de Madrid. 

Tenían todo tipo de productos. Nosotras comimos unos preparados de pollo con zumos naturales y unas tartas diminutas. Había mucha comida de chef. Esto no pasa en EEUU, donde puedes comer comida más de andar por casa. 

Yo creo que estos camiones de comida deberían ser más de menú del día. El toque que le dan turístico les quita su gracia. No sé a qué vienen los cursos de cocina en directo o las demostraciones de cocina, y lo de las catas de vino y cerveza ya me parece totalmente fuera de lugar. 

Aquello parecía un circo. Lo mejor fue que mis hijas se lo pasaron pipa. Nos llevamos para el hotel unos perritos calientes del Feltman's Hot Dogs y unos bocadillos de calamares del K'Lamardo. Con eso arreglamos la cena.


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