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Monday, May 25, 2015

Las ciudades que visitamos en familia

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Béjar es una pequeña ciudad de la provincia de Salamanca que vale la pena visitar. Es una de las localidades por donde pasaba la Ruta de la Plata, entre Mérida y Astorga. 

Nosotros dimos un paseo por su casco histórico, llevamos a las niñas al parque municipal, un parque con muchos árboles y fuentes. Cuando estuvimos nosotros iba a haber un concierto de un grupo local en el templete que tienen en una de las avenidas del parque. 

No quise ir de iglesias. Mi marido quería entrar en la iglesia de San Juan Bautista porque es del siglo XIII y le apetecía soltarnos una clase de Historia del Arte. Me negué. Ya tuve bastante con oír maravillas en su boca de la arquitectura del convento de San Francisco, del mismo siglo que la citada iglesia, y que está en la proximidades de la misma. 

Había otros edificios cuyas fachadas me gustaron más. Por ejemplo, la del teatro Cervantes o la del palacios Ducal y también la del mismo ayuntamiento de Béjar son muy bonitas. 

Lo que más me gustaron de Béjar fueron sus parques y jardines. En el parque municipal de la Antigua nos lo pasamos pipa con las niñas. El estanque que tiene las fascinó. Fue allí donde nos hicimos casi todas las fotos: delante de la muralla medieval, al lado del estanque, fotos de la ciudad tomadas desde la muralla. 

Os recomiendo visitar Béjar. Yo esperaba encontrar una ciudad llena de fábricas textiles, pero tiene más que fábricas. El casco histórico es interesante, los jardines preciosos, los edificios antiguos son muy bonitos. Béjar es una ciudad que recorres a pie sin cansarte.

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2

Pensaba que Berna sería una ciudad más grande. Me sorprendió que sólo tuviera 140.000 habitantes siendo la capital del país helvético. 

Nosotros centramos nuestra visita en el centro histórico de la ciudad, que es donde está el río con las zonas verdes. 

También fuimos a ver la estación. Es del siglo XIX, pero normalita dentro de su modernidad. Tiene una fachada de cristal que parece que se pelea con los edificios de estilo antiguo que la rodean, sobre todo con la iglesia Heiliggeistkirche. En la misma plaza hay un moderno tejado de estilo contemporáneo que cobija líneas de autobús y tranvía. 

Cuando dejas la zona de la estación atrás, te empiezas a meter en el casco antiguo de Berna. Como decía mi marido, parecía que nos metíamos en una ciudad medieval. 

Llegamos andando al Bundesplatz y Palacio Federal. Gobierno y Banco Nacional compartan plaza. Te sientes rodeada por el poder ante estos edificios. Mis hijas querían mojarse en la fuente de chorros que había en la plaza como hacían algunos turistas. No las dejé. Nosotros somos civilizados. 

No entramos en el Casino porque llevábamos las niñas. Me hubiera gustado entrar. El edificio tiene unas columnas en su fachada que huelen a dinero. 

Subimos al puente Kirchenfeldbrücke, un elegante puente que está al lado del Casino, y que une dos partes de la ciudad de Berna. Por debajo pasa el río Aare. 

Mi marido quería llevarnos a los museos que hay al otro lado: el Museo Einstein y el Museo de Historia de Berna. Me negué. Necesitaba comer algo, no escuchar charlas de Historia. 

Berna es una ciudad bonita para pasear. Todo está muy limpio y muy tranquilo. No parece la capital de Suiza. Yo me la imaginaba más ruidosa y caótica. Lo más bonito es el río rodeado por sus zonas verdes. Lo demás es muy medieval para mi gusto.

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