Una amiga mía celebró su boda en el Cortijo Torre de la Reina en Guillena, Sevilla, un cortijo que está mejor por fuera y en sus estancias comunes que en las habitaciones. Los jardines son preciosos. Tiene un césped que parece césped artificial de lo bonito y tupido que está. Daba gusto sentarte en el campito.
Lo que me dio menos gusto fue mi habitación. Venía mi hermana y compartió habitación conmigo. Era una habitación con dos camitas como las camitas que teníamos en la habitación de la casa de mis padres. Fue como regresar a nuestra infancia. Lo que nos descolocaba era tanto cuadro con láminas que había en la pared. Teníamos una pared totalmente encuadrada. Yo descolgué todo. Me ponía de los nervios aquella pared.
Lo que me gustaban eran los jardines. Olían a jazmín. El jazmín era un olor que notabas con sólo abrir la ventana de tu cuarto. Sólo por el aroma de los jazmines que crecían en los jardines regresaría al Cortijo Torre de la Reina en Guillena, Sevilla. La habitación era lo de menos.
Los alones me parecieron solemnes, ricos en obras de arte y antigüedades. Había un bargeño ilustrado con ilustraciones de marfil que debía ser carísimo.
Os recomiendo El Cortijo Torre de la Reina en Guillena, Sevilla. Tiene habitaciones mejores que la mía. La amiga que se casaba había reservado una suite con vistas al jardín que me dio envidia. Desde la suite podían salir directamente para el jardín trasero. Era una suite mucho más luminosa que mi habitación. Creo que regresaré al Cortijo Torre de la Reina en Guillena, Sevilla, este verano con mi marido y mis hijas. Pero regresaré si mi chico abre la cartera y paga la suite. La suite te da mucha intimidad por su entrada directa al jardín, sin necesidad de andar entrando y saliendo por la puerta del hotel.
Lo que me dio menos gusto fue mi habitación. Venía mi hermana y compartió habitación conmigo. Era una habitación con dos camitas como las camitas que teníamos en la habitación de la casa de mis padres. Fue como regresar a nuestra infancia. Lo que nos descolocaba era tanto cuadro con láminas que había en la pared. Teníamos una pared totalmente encuadrada. Yo descolgué todo. Me ponía de los nervios aquella pared.
Lo que me gustaban eran los jardines. Olían a jazmín. El jazmín era un olor que notabas con sólo abrir la ventana de tu cuarto. Sólo por el aroma de los jazmines que crecían en los jardines regresaría al Cortijo Torre de la Reina en Guillena, Sevilla. La habitación era lo de menos.
Los alones me parecieron solemnes, ricos en obras de arte y antigüedades. Había un bargeño ilustrado con ilustraciones de marfil que debía ser carísimo.
Os recomiendo El Cortijo Torre de la Reina en Guillena, Sevilla. Tiene habitaciones mejores que la mía. La amiga que se casaba había reservado una suite con vistas al jardín que me dio envidia. Desde la suite podían salir directamente para el jardín trasero. Era una suite mucho más luminosa que mi habitación. Creo que regresaré al Cortijo Torre de la Reina en Guillena, Sevilla, este verano con mi marido y mis hijas. Pero regresaré si mi chico abre la cartera y paga la suite. La suite te da mucha intimidad por su entrada directa al jardín, sin necesidad de andar entrando y saliendo por la puerta del hotel.
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