Bagan en Myanmar es la zona de Asia donde hay más templos budistas. Una cosa es decirlo y otra cosa es verlo. Yo no me creía lo que estaba viendo cuando fui con mi chico en un viaje más de negocios que de placer. No soy nada religiosa, pero aquellos majestuosos templos que se levantaban a Buda invitaban a entrar y contemplar las gloriosas piedras que tenían en su haber cientos de años.
Nuestro viaje a Bagan en Myanmar fue muy educativo. El guía nos contó costumbres, historias y leyendas de la zona. Se ganó el sueldo. Era un hombre que tenía respuesta a todas nuestras preguntas, sobre todo a las preguntas difíciles que le formulaba la esposa del socio de mi marido. Los amigos de mi esposo no querían salir de la pagoda Shwezigori, una de las pagodas más importantes de la antigua Birmania. Se cansaron de sacar fotos. Disparaban a todas las piedras. Yo me divertía viendo como eran víctimas de su afán por inmortalizar el momento. La gente no sabe disfrutar los viajes. Pierde lo mejor en quitar fotos. No eran los únicos. Todos los turistas disparaban sus cámaras digitales. Hasta había unas ancianas de Madrid con unas cámaras de usar y tirar que no paraban de sacar fotos.
Nuestra estancia en Bagan fue muy tranquila pese a la multitud de turistas occidentales que había por todas partes. Los horizontes limpios, el aire fresco, el silencio... hicieron que nuestras vacaciones fueran inolvidables.
Os recomiendo visitar la ciudad de los templos. También os recomiendo alquilar en el hotel una bicicleta eléctrica para los desplazamientos de templo a templo. Así no te cansas nada. A mí me lo aconsejó la recepcionista del hotel en el que nos alojamos y fue todo un acierto. La esposa del socio de mi chico acabó siguiendo mi ejemplo. Caminar es muy cansado.
Bagan tiene tantos templos de arquitecturas orientales que te parece que estás en una ciudad de un cuento de las Mil y una noches. Es una ciudad preciosa. No me la imagino sin sus templos. Son los que la hacen inimitable.
Nuestro viaje a Bagan en Myanmar fue muy educativo. El guía nos contó costumbres, historias y leyendas de la zona. Se ganó el sueldo. Era un hombre que tenía respuesta a todas nuestras preguntas, sobre todo a las preguntas difíciles que le formulaba la esposa del socio de mi marido. Los amigos de mi esposo no querían salir de la pagoda Shwezigori, una de las pagodas más importantes de la antigua Birmania. Se cansaron de sacar fotos. Disparaban a todas las piedras. Yo me divertía viendo como eran víctimas de su afán por inmortalizar el momento. La gente no sabe disfrutar los viajes. Pierde lo mejor en quitar fotos. No eran los únicos. Todos los turistas disparaban sus cámaras digitales. Hasta había unas ancianas de Madrid con unas cámaras de usar y tirar que no paraban de sacar fotos.
Nuestra estancia en Bagan fue muy tranquila pese a la multitud de turistas occidentales que había por todas partes. Los horizontes limpios, el aire fresco, el silencio... hicieron que nuestras vacaciones fueran inolvidables.
Os recomiendo visitar la ciudad de los templos. También os recomiendo alquilar en el hotel una bicicleta eléctrica para los desplazamientos de templo a templo. Así no te cansas nada. A mí me lo aconsejó la recepcionista del hotel en el que nos alojamos y fue todo un acierto. La esposa del socio de mi chico acabó siguiendo mi ejemplo. Caminar es muy cansado.
Bagan tiene tantos templos de arquitecturas orientales que te parece que estás en una ciudad de un cuento de las Mil y una noches. Es una ciudad preciosa. No me la imagino sin sus templos. Son los que la hacen inimitable.
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