1
Nunca lo había pasado peor que cuando nos alojamos en The Jaffa Hotel en Tel Aviv, Israel. fue contarme mi marido que estábamos en un antiguo hospital y venirme abajo. Todo me olía a enfermedad del pasado. Lo tenían limpio, pero su aire de hospital no se lo quitaba nada.
Lo peor fue ir al restaurante. ¡Estaba en un templo! Mi chico decía que no, pero aquello era fijo una iglesia o algo así. Por muy judíos que sean las sinagogas no dejan de ser iglesias como las otras. Miraba para aquellos techos altos altísimos y abovedados y parecía que estaba esperando a Dios en mi mesa. No pude comer. Mi chico, en cambio, comió todo. Le gusta mucho la carne al estilo judío porque la sirven muy limpia. Yo también la hubiera comido si no estuviera en aquel local que parecía una iglesia.
La piscina estaba bien, con sus hamacas, sus aguas limpias, su intimidad asegurada en medio de lo que fue un patio interior del antiguo hotel. Pero tampoco me sentí muy cómoda. Miraba las paredes del edificio y me acordaba del Hospital Militar de La Coruña. Aquello podía conmigo. Ni que decir que no me mojé en las aguas de la piscina. Me limité a mirar como nadaba mi chico.
No os lo recomiendo ni os lo dejo de recomendar. Lo que sí os recomiendo es si vas que elijas una habitación normal. Las hay. La nuestra no tenía nada de normal con el techo abovedado. Era como estar en una capilla de una catedral. Eso sí, todo muy lujoso. El lujo se repetía en los mármoles caros del cuarto de baño. Los dueños de este hotel que está en el casco histórico de la ciudad de Tel Aviv han gastado dinero decorando con muebles caros. Hicieron bien. Era lo mejor que podían hacer para hacer algo agradable un antiguo hospital a los turistas extranjeros.
Lo peor fue ir al restaurante. ¡Estaba en un templo! Mi chico decía que no, pero aquello era fijo una iglesia o algo así. Por muy judíos que sean las sinagogas no dejan de ser iglesias como las otras. Miraba para aquellos techos altos altísimos y abovedados y parecía que estaba esperando a Dios en mi mesa. No pude comer. Mi chico, en cambio, comió todo. Le gusta mucho la carne al estilo judío porque la sirven muy limpia. Yo también la hubiera comido si no estuviera en aquel local que parecía una iglesia.
La piscina estaba bien, con sus hamacas, sus aguas limpias, su intimidad asegurada en medio de lo que fue un patio interior del antiguo hotel. Pero tampoco me sentí muy cómoda. Miraba las paredes del edificio y me acordaba del Hospital Militar de La Coruña. Aquello podía conmigo. Ni que decir que no me mojé en las aguas de la piscina. Me limité a mirar como nadaba mi chico.
No os lo recomiendo ni os lo dejo de recomendar. Lo que sí os recomiendo es si vas que elijas una habitación normal. Las hay. La nuestra no tenía nada de normal con el techo abovedado. Era como estar en una capilla de una catedral. Eso sí, todo muy lujoso. El lujo se repetía en los mármoles caros del cuarto de baño. Los dueños de este hotel que está en el casco histórico de la ciudad de Tel Aviv han gastado dinero decorando con muebles caros. Hicieron bien. Era lo mejor que podían hacer para hacer algo agradable un antiguo hospital a los turistas extranjeros.
2
Fui con unas amigas a ver la Casa Museo Miguel de Cervantes. En esta casa nació Miguel de Cervantes en el año 1547 según los historiadores. Es una casa que tienen muy bien conservada tanto por fuera como por dentro.
Mis amigas y yo recorrimos las salas, vimos los talleres para niños, los espectáculos que había para toda la familia. El motivo de mi visita, además de ver la casa, era apuntar a los niños a los talleres. Me pareció una buena idea que mis hijas fueran familiarizándose con un autor cuya obra principal van a verse obligadas a leer en el colegio y en el instituto. A mí me hicieron leer El Quijote muy jovencita.
Las niñas fueron a un taller y quedaron encantadas. Les gustó más el museo que a mí. Ellas no tienen en sus cabecitas el mal recuerdo que tengo yo de este escritor por lo mucho que me agobiaron con él los profesores de literatura. A Cervantes lo odias porque te lo hacen odiar los malos profesores que hay en este país nuestro.
Este museo está cerrado este verano por reformas. Nosotras fuimos a verlo en primavera. Fue todo un acierto. Mi chico me decía que lo dejara para el verano. Estuve muy acertada no haciéndole caso. El verano es para sol y playa, no para cultura seria.
La casa se ve muy humilde. Tiene una planta baja donde está recepción con una señora con cara de mujer aburrida de la vida, en el centro hay un patio interior en el que no falta un pozo. Miguel de Cervantes cuando fue Miguelito no pasó sed. Hambre seguro que sí. Aquellas piedras hablan en su silencio. Yo miraba para los muros sencillos, para las columnas y me imaginaba a la gente con poca comida en los platos. Subías a la planta primera, donde estaban las habitaciones de los entonces vecinos, y te venían a la mente aquellas corralas de Madrid donde los vecinos se morían de enfermedades por falta de higiene. La casa ahora la tienen limpia. Puedes ir tranquila. No vas a coger ninguna peste.
Os recomiendo ir a verla. La Casa Museo Miguel de Cervantes vuelve a abrir sus puertas en septiembre. Ya te puedes anotar para las actividades en su página web.
Mis amigas y yo recorrimos las salas, vimos los talleres para niños, los espectáculos que había para toda la familia. El motivo de mi visita, además de ver la casa, era apuntar a los niños a los talleres. Me pareció una buena idea que mis hijas fueran familiarizándose con un autor cuya obra principal van a verse obligadas a leer en el colegio y en el instituto. A mí me hicieron leer El Quijote muy jovencita.
Las niñas fueron a un taller y quedaron encantadas. Les gustó más el museo que a mí. Ellas no tienen en sus cabecitas el mal recuerdo que tengo yo de este escritor por lo mucho que me agobiaron con él los profesores de literatura. A Cervantes lo odias porque te lo hacen odiar los malos profesores que hay en este país nuestro.
Este museo está cerrado este verano por reformas. Nosotras fuimos a verlo en primavera. Fue todo un acierto. Mi chico me decía que lo dejara para el verano. Estuve muy acertada no haciéndole caso. El verano es para sol y playa, no para cultura seria.
La casa se ve muy humilde. Tiene una planta baja donde está recepción con una señora con cara de mujer aburrida de la vida, en el centro hay un patio interior en el que no falta un pozo. Miguel de Cervantes cuando fue Miguelito no pasó sed. Hambre seguro que sí. Aquellas piedras hablan en su silencio. Yo miraba para los muros sencillos, para las columnas y me imaginaba a la gente con poca comida en los platos. Subías a la planta primera, donde estaban las habitaciones de los entonces vecinos, y te venían a la mente aquellas corralas de Madrid donde los vecinos se morían de enfermedades por falta de higiene. La casa ahora la tienen limpia. Puedes ir tranquila. No vas a coger ninguna peste.
Os recomiendo ir a verla. La Casa Museo Miguel de Cervantes vuelve a abrir sus puertas en septiembre. Ya te puedes anotar para las actividades en su página web.
3
Lo pasamos bien en el Hotel Al Sur en Águilas, Murcia. Mi marido quería ir a Marruecos, pero yo no tenía mucha gana de salir de España. Por eso elegí este hotel para pasar unos días. Tenía un poco idea de como era porque una amiga mía había estado por allí. Me contó maravillas del hotel. No mentía. Pude comprobar in situ que todo lo que me había contado mi amiga era cierto. Este hotel está en medio de un paisaje de palmeras y bungadillas precioso. Me recordó Marruecos.
Mi marido al siguiente día de haber llegado ya no quería marchar. Decía lo mismo: que el hotel recordaba edificios y paisajes de Marruecos, Turquía o del mismo Egipto, un país que le encanta a mi chico.
La comida en este hotel está a la altura del edificio y de sus jardines. Comimos los mejores tomates, unos quesos que te chupabas los dedos. El pesado estaba muy fresco. Fue un lujo poder comer una merluza que supiera a mar y no esas merluzas congeladas que muchas veces comes porque es lo que hay. Todos los platos estaban elaborados con un maravilloso aceite de oliva. Tenían también mejorana. Yo volvería al Hotel Al Sur en Águilas, Murcia, ahora mismo sólo por lo bien que se come en su restaurante.
No nos aburrimos en este hotel. Mi marido se apuntó a unas clases de buceo. No le hacen falta, pero, como yo no buceo, las clases le permitían bucear acompañado. También me dejaban a mí más tranquila porque sabía que mi chico iba acompañado por un profesor experto y tenía pocas probabilidades de acabar con su existencia debajo de las aguas. No quiero quedar viuda. También hizo mi chico unas excursiones a caballo con la niña mayor por el Parque Nacional de Cabo Lope. Yo y la niña pequeña no fuimos. Casi me moría de miedo dejándolos ir, pero, tuve que hacerlo. La niña grande quería ir y vi que había que dejarla experimentar lo incómodo que es sentarse sobre un caballo en movimiento.
A donde fuimos los tres juntos fue a la playa. El Hotel Al Sur en Águilas, Murcia, está cerca de las Playas de Calabardina.
Os recomiendo este hotel. No es un hotel lujoso, pero está bien situado para disfrutar la naturaleza en compañía de tu familia o de unos amigos. La única desventaja que le encontré fue la sencillez de las habitaciones. Deberían decorarlas algo mejor. Casi parecían habitaciones monacales. Me parecieron muy austeras con sus paredes decoradas con láminas enmarcadas estilo pensión, camas viejunas y colchas de otro tiempo. Nosotros teníamos una mesilla de noche que parecía sacada de la casa de una bisabuela de la aldea.
Mi marido al siguiente día de haber llegado ya no quería marchar. Decía lo mismo: que el hotel recordaba edificios y paisajes de Marruecos, Turquía o del mismo Egipto, un país que le encanta a mi chico.
La comida en este hotel está a la altura del edificio y de sus jardines. Comimos los mejores tomates, unos quesos que te chupabas los dedos. El pesado estaba muy fresco. Fue un lujo poder comer una merluza que supiera a mar y no esas merluzas congeladas que muchas veces comes porque es lo que hay. Todos los platos estaban elaborados con un maravilloso aceite de oliva. Tenían también mejorana. Yo volvería al Hotel Al Sur en Águilas, Murcia, ahora mismo sólo por lo bien que se come en su restaurante.
No nos aburrimos en este hotel. Mi marido se apuntó a unas clases de buceo. No le hacen falta, pero, como yo no buceo, las clases le permitían bucear acompañado. También me dejaban a mí más tranquila porque sabía que mi chico iba acompañado por un profesor experto y tenía pocas probabilidades de acabar con su existencia debajo de las aguas. No quiero quedar viuda. También hizo mi chico unas excursiones a caballo con la niña mayor por el Parque Nacional de Cabo Lope. Yo y la niña pequeña no fuimos. Casi me moría de miedo dejándolos ir, pero, tuve que hacerlo. La niña grande quería ir y vi que había que dejarla experimentar lo incómodo que es sentarse sobre un caballo en movimiento.
A donde fuimos los tres juntos fue a la playa. El Hotel Al Sur en Águilas, Murcia, está cerca de las Playas de Calabardina.
Os recomiendo este hotel. No es un hotel lujoso, pero está bien situado para disfrutar la naturaleza en compañía de tu familia o de unos amigos. La única desventaja que le encontré fue la sencillez de las habitaciones. Deberían decorarlas algo mejor. Casi parecían habitaciones monacales. Me parecieron muy austeras con sus paredes decoradas con láminas enmarcadas estilo pensión, camas viejunas y colchas de otro tiempo. Nosotros teníamos una mesilla de noche que parecía sacada de la casa de una bisabuela de la aldea.
4
Villahoz en Burgos está mejorando mucho. Nada tiene que ver con el bonito pueblo que se estaba quedando despoblado. El ayuntamiento de este municipio de Castilla y León no tiene más de unos 300 habitantes censados, pero no le faltan servicios. Por ejemplo, encuentras un hotel para alojarte y pasar unos días en este bonito pueblo que ha conseguido ser declarado Patrimonio de la Humanidad.
Yo fui con mi chico y con las niñas a recorrer sus calles, sus alrededores y a asistir a una reunión que había de startups. Hay una empresa Startup de Estonia que quiere poner su sede social en este municipio. El ayuntamiento está dando algunos beneficios a los emprendedores en su política de repoblación del término municipal. Mi marido tiene negocios con los estonios. Por eso fuimos por allí. Los negocios de mi chico determinan mucho nuestros viajes. Nos gusta unir el placer con la obligación.
Mientras mi chico estaba en sus reuniones hice turismo cultural con mis hijas. Nos acercamos hasta la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, una iglesia en la que nos llamaron la atención sus grandes dimensiones, sus formas y los adornos sencillos que la convierten en un edificio único. Otro templo religioso que visitamos es la ermita de Nuestra Señora de Madrigal, situado a dos kilómetros del pueblo, dos kilómetros que recorrimos en coche, por supuesto. Es una iglesia de origen románico. En su interior no te deja indiferentela imagen de la virgen, alta y de facciones amables.Mis hijas decían que era una virgen buena. También estuvimos en la plaza mayor mirando un Rollo Gótico de finales del siglo XV protagonizado por las cabezas de dos leones y dos perros. fue donde les hice fotos a las niñas para la posteridad. Quedaron preciosas. Por último nos acercamos a ver los restos de la muralla que todavía se conservan. Villahoz fue un pueblo rodeado de murallas en sus días. Como muchos pueblos y ciudades de este país. Había que protegerse de los invasores.
Os recomiendo visitar Villahoz, un municipio que se está adaptando a los tiempos modernos. Es un ejemplo a seguir para otros pueblos afectados también por la marcha de sus vecinos para las grandes ciudades.
Yo fui con mi chico y con las niñas a recorrer sus calles, sus alrededores y a asistir a una reunión que había de startups. Hay una empresa Startup de Estonia que quiere poner su sede social en este municipio. El ayuntamiento está dando algunos beneficios a los emprendedores en su política de repoblación del término municipal. Mi marido tiene negocios con los estonios. Por eso fuimos por allí. Los negocios de mi chico determinan mucho nuestros viajes. Nos gusta unir el placer con la obligación.
Mientras mi chico estaba en sus reuniones hice turismo cultural con mis hijas. Nos acercamos hasta la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, una iglesia en la que nos llamaron la atención sus grandes dimensiones, sus formas y los adornos sencillos que la convierten en un edificio único. Otro templo religioso que visitamos es la ermita de Nuestra Señora de Madrigal, situado a dos kilómetros del pueblo, dos kilómetros que recorrimos en coche, por supuesto. Es una iglesia de origen románico. En su interior no te deja indiferentela imagen de la virgen, alta y de facciones amables.Mis hijas decían que era una virgen buena. También estuvimos en la plaza mayor mirando un Rollo Gótico de finales del siglo XV protagonizado por las cabezas de dos leones y dos perros. fue donde les hice fotos a las niñas para la posteridad. Quedaron preciosas. Por último nos acercamos a ver los restos de la muralla que todavía se conservan. Villahoz fue un pueblo rodeado de murallas en sus días. Como muchos pueblos y ciudades de este país. Había que protegerse de los invasores.
Os recomiendo visitar Villahoz, un municipio que se está adaptando a los tiempos modernos. Es un ejemplo a seguir para otros pueblos afectados también por la marcha de sus vecinos para las grandes ciudades.
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