El Six Senses Douro Valley es de lo mejorcito que hay en hoteles de turismo rural en Portugal. Yo estuve pasando unos días de vacaciones en este hotel con mi chico y mis hijas y quedamos encantados.
Está en una casa solariega del siglo XIX, renovada recientemente para incorporarle todas las comodidades del mundo moderno. No echas en falta tu casa. Lo que sí echas en falta es este hotel rural cuando lo dejas y regresas a tu dulce hogar. Esta casona de otros tiempos está situada en una colina con vistas al río Duero y a las terrazas de viñedos del valle del Duero. Desde nuestra habitación se veían los viñedos. Olía a vino, como decía mi niña grande. Era una delicia despertar, asomarte a la ventana y sentir el olor de las parras en tu nariz. También era una delicia asistir a los tratamientos de spa terapéuticos. Me dejaron nueva. Mi marido aprovechó mi cuidado del cuerpo para ir a unas catas de vino. Le gusta mucho dárselas de entendido de vinos caros. Donde sí coincidimos toda la familia fue en las tardes de piscina. El hotel tiene una piscina infinita al aire libre de efecto espejo. Te sientes como una sirena casi de verdad nadando en sus aguas.
Os recomiendo este hotel. El Six Senses Douro Valley tiene cuartos modernos, aire acondicionado, TV por cable de pantalla plana y baño privado con una bañera que te vienen ganas de llevarla para tu casa. La bañera de nuestra habitación tenía ducha de efecto lluvia y artículos de aseo gratuitos de calidad.
Yo salí muy relajada de este hotel. No era para menos porque en sus 8 hectáreas de terreno cuenta con varias zonas de relajación y meditación al aire libre en las que hay espacio para todos los que quieran meditar. También encuentras mucha tranquilidad andando por los bosques de los alrededores. A mis niñas les interesó mucho un huerto ecológico de hortalizas y hierbas que cultivaban los jardineros.
Está en una casa solariega del siglo XIX, renovada recientemente para incorporarle todas las comodidades del mundo moderno. No echas en falta tu casa. Lo que sí echas en falta es este hotel rural cuando lo dejas y regresas a tu dulce hogar. Esta casona de otros tiempos está situada en una colina con vistas al río Duero y a las terrazas de viñedos del valle del Duero. Desde nuestra habitación se veían los viñedos. Olía a vino, como decía mi niña grande. Era una delicia despertar, asomarte a la ventana y sentir el olor de las parras en tu nariz. También era una delicia asistir a los tratamientos de spa terapéuticos. Me dejaron nueva. Mi marido aprovechó mi cuidado del cuerpo para ir a unas catas de vino. Le gusta mucho dárselas de entendido de vinos caros. Donde sí coincidimos toda la familia fue en las tardes de piscina. El hotel tiene una piscina infinita al aire libre de efecto espejo. Te sientes como una sirena casi de verdad nadando en sus aguas.
Os recomiendo este hotel. El Six Senses Douro Valley tiene cuartos modernos, aire acondicionado, TV por cable de pantalla plana y baño privado con una bañera que te vienen ganas de llevarla para tu casa. La bañera de nuestra habitación tenía ducha de efecto lluvia y artículos de aseo gratuitos de calidad.
Yo salí muy relajada de este hotel. No era para menos porque en sus 8 hectáreas de terreno cuenta con varias zonas de relajación y meditación al aire libre en las que hay espacio para todos los que quieran meditar. También encuentras mucha tranquilidad andando por los bosques de los alrededores. A mis niñas les interesó mucho un huerto ecológico de hortalizas y hierbas que cultivaban los jardineros.
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