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Thursday, October 19, 2006

Para casita con el dinero



Lo que bien está bien acaba. Regresamos el domingo por la noche. Carlos cobro en efectivo los pagos atrasados. Los hosteleros eran los padres más felices de la tierra desde que encontraron a sus dos pequeños dormiditos sobre la mesa del comedor. Los niños son muy traviesos. ¿Cómo iban a sospechar que habíamos sido nosotros las hadas madrinas del feliz reencuentro familiar?

-Creo que no voy a olvidar este viaje a Asturias en mi vida, Sophia.
-Eso me gusta, amor.
-¿Te gusta? ¡Menudos gusto! Casi acabamos en la trena acusados de secuestrar a niños.
-Culpa tuya, cielo. Los dejaste entrar en nuestra habitación.
-No llamaron, simplemente entraron como don Pedro por su casa.
-Era su habitación. El tío del hostal metió a toda la familia en el trastero. La pela es la pela, ¿verdad, cariño?

Carlos no contesta. Estamos llegando a Madrid. Hay un control.

-Espero que no se les de por mirar el coche.
-Siempre lo miran. A los polis les encanta tu BMW último modelo.
-Están mirando los maleteros.
-¿Y te preocupa el dinero? Pasame el maletín.
-¿Qué vas a hacer?
-Guardar tus fajos de billetes.

Suerte que soy delgada. Después de colar en mi blusa una bolsa de billetes parecía una joven esposa esperando el primer bebe del matrimonio.

-Abra el maletero.
-¿Tenemos que salir del coche, agente?
-No, señora.
-Gracias, agente. Estoy un poco mareada.

El policía nos mando seguir. Carlos estaba tan nervioso que le temblaban las manos.

-Tranquilo, amor. ¿Quieres que conduzca yo?
-No, las mujeres con un embarazo falso es mejor que no conduzcan, sobre todo cuando en vez de un cojín llevan una bolsa de supermercado llena de billetes de quinientos.

1 comment:

Javier said...

Interesante y...
rápido. Todo sucede tan aprisa.

Un abrazo,
Javier

Prueba primero, paga después